wifi10.08.2025
Introducción a la cultura woke
"Woke" es estar consciente y comprometido con las injusticias sociales, especialmente en temas de racismo, género y desigualdad.
La cultura «woke» es una expresión que se ha popularizado en los últimos años, para referirse al movimiento ideológico de carácter identitario desarrollado y extendido sobre todo en el conocido como bloque occidental, cuyo objetivo fundamental es transformar la sociedad en torno a los principios de igualdad y justicia social. La idea es identificar y combatir los abusos sistémicos presentes en el sistema, especialmente aquellos relacionados con la raza, el género, la sexualidad y otras formas de opresión, y sensibilizar a su vez en relación a otros problemas vigentes como la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Ésta doctrina ha ganado fuerza desde su surgimiento en los debates políticos, sociales y culturales de los conocidos como países occidentales influyendo, especialmente en naciones como EE. UU. o Canadá, donde el impacto de ésta nueva ideología ha llegado a ser masivo.
Por lo tanto, el movimiento “woke” busca cuestionar y desafiar las normas sociales y los mecanismos de poder imperantes, los cuales se encargan de someter de forma sistemática a una serie de minorías históricamente marginadas, a la vez que prioriza y otorga distintos privilegios a otros colectivos, que se ven constantemente favorecidos. El ejemplo más claro sería el de la discriminación racial, gracias a la cual se beneficiarían las personas blancas. Según esta ideología, tales desigualdades sistémicas se encuentran profundamente arraigadas e institucionalizadas en estructuras sociales, económicas y políticas, estando muy lejos de ser meros accidentes o situaciones coyunturales,
Ante esta preocupante situación, los defensores de este nueva doctrina consideran prioritario concienciar al mayor número de personas, el término «woke» se deriva del inglés y se usa para describir a alguien que está despierto o consciente ante estas situación de injusticia endémica, para después poder pelear por llevar a cabo cambios significativos en la transformación del sistema a través de la educación, la participación política, el activismo y la sensibilización pública.
No cabe duda de que esta corriente a logrado con su expansión dar visibilidad y voz a aquellos que históricamente han sido marginados o ignorados, y que a través de su enfoque en la diversidad, la inclusión y la igualdad, ha trabajado por corregir las injusticias arraigadas en nuestras estructuras sociales, políticas y culturales. Ha puesto el foco también en la importancia de reconocer y valorar las experiencias y perspectivas de los grupos minoritarios, y en la necesidad de generar un cambio hacia una sociedad más equitativa.
Sin embargo, es necesario recalcar que ha generado un debate importante a nivel político y cultural en diversas sociedades, protagonizando numerosas polémicas y controversias, y y despertando una fuerte oposición: Por algunos de sus más que discutibles postulados, y debido a los claros daños colaterales que en muchas ocasiones genera la puesta en práctica de los mismos. El fenómeno de la cancelación, retirar el apoyo o boicotear a una persona, empresa o institución debido a acciones o declaraciones consideradas ofensivas o problemáticas desde una perspectiva Woke, sería el ejemplo más gráfico en este sentido, pero como iremos viendo detalladamente en este canal, muchos de sus presupuestos teóricos son también realmente difíciles de sostener con argumentos racionales o datos objetivos. Por este motivo, incluso dentro de las personas que comparten los principios fundamentales de la cultura Woke, como la lucha por la igualdad y la justicia, hay quienes se oponen a ella, argumentando que el movimiento ha ido demasiado lejos, convirtiéndose en una forma de religión secular fundamentalista, sostenida en unos dogmas inamovibles, y en la que el sentido común no tiene cabida.
El papel jugado durante este tiempo por las redes sociales en la rápida expansión global del movimiento ha sido fundamental, ya que muchas de las características y posibilidades que éstas brindan son realmente propicias para que así sea. Dando voz a numerosas personas y colectivos que antes no disponían de ninguna plataforma en la que hacerse oír, facilitando la creación de grupos y comunidades de personas con un objetivo común, posibilitando la viralización de ideas, hashtags y noticias, promoviendo los contenidos y los mensajes polarizantes gracias a sus algoritmos, protegiendo a los usuarios con perfiles que les permiten mantener el anonimato… De hecho, éstas mismas redes han servido también para alimentar toda la polémica y las controversias que desde sus inicios han acompañado al crecimiento del movimiento.
Orígen del concepto y evolución posterior
El término woke tiene su origen en la comunidad afroamericana. La expresión "stay awake" (mantente despierto) apareció en Estados Unidos en la década de 1930, refiriéndose a la toma de conciencia sobre los problemas sociales y políticos que afectaban principalmente a los afroamericanos, como el racismo y la discriminación. En 1938, el cantante de blues Lead Belly usó la expresión “stay woke” (mantente alerta) en la canción “Scottsboro Boys”, que cuenta el caso de nueve muchachos negros acusados injustamente de violar a dos adolescentes blancas en 1931. Grito antirracista desde el principio, esta frase siguió circulando durante décadas entre las comunidades afroamericanas. Otra de las referencias de su uso más popularea proviene de un artículo sobre sindicalismo de 1942 en la revista Negro Digest, y en 1962, William Melvin Kelley publicó "If You're Woke You Dig It" en un artículo en el New York Times, donde "woke" significaba "estar informado, estar al tanto", y se denunciaba el uso indebido de la jerga negra por parte de representantes blancos, de manera similar a lo que más tarde se ha caracterizado como “apropiación cultural”.
Sin embargo, no fue hasta el nacimiento del movimiento Black Lives Matter (BLM) que alcanzó un grado de popularidad capaz de sobrepasar barreras tanto geográficas como étnicas. Al calor de los asesinatos de afroamericanos inocentes por parte de la policía, como Trayvon Martin (2012), o Eric Garner (2014) –a quienes vimos en vídeo agonizar mientras denunciaba que no podía respirar– se hizo evidente la obligatoriedad de despertar, de escudriñar los alrededores para evitar la próxima amenaza, así que el lema “stay woke” devino casi un distintivo identitario, y luego un hashtag en redes sociales. Cuando en agosto de 2014 estallaron las protestas en Ferguson, Misuri, debido a la muerte de Michael Brown a manos, igualmente, de las fuerzas del orden, quedó constituido definitivamente el colectivo activista BLM, y patente ante los ojos de la ciudadanía estadounidense que la representatividad racial en la Casa Blanca –Obama era presidente– no impedía la existencia de un racismo institucional estructural, que incluía a la policía, cuya brutalidad se manifestó en los homicidios referidos, pero también en la desproporcionada represión en las calles.
En 2017, la expresión se había viralizado en Twitter y fue incorporada al Diccionario Oxford con la definición de "alerta ante la injusticia en la sociedad, especialmente el racismo". Sin embargo, con el tiempo, el concepto de estar «woke» trascendió el ámbito racial, desarrollando rápidamente una conciencia más amplia sobre las diversas formas de opresión e injusticia, convirtiéndose en un movimiento ideológico que engloba también otros movimientos sociales, como por ejemplo #MeToo (que combate el sexismo), el feminismo, el transactivismo, la lucha por los derechos LGTBI+, la descolonización, las desigualdades económicas y el cambio climático.
Así, la expresión «Woke» pasó a ser para algunos sinónimo de reivindicación y justicia social, mientras que para otros se trata de un término que se usa de modo despectivo, como el mismo Oxford English Dictionary se encarga de señalar. “se usa a menudo con desaprobación por parte de personas que piensan que otras personas se molestan con demasiada facilidad por estos temas, o hablan demasiado sobre ellos de una manera que no cambia nada»
A partir de la vuelta de Donald Trump a la presidencia de EEUU, el término «woke» ha resurgido incluso con más fuerza que en sus inicios, pero en esta ocasión cargado de connotaciones peyorativas. Fundamentalmente impulsado desde sectores conservadores que lo emplean para ridiculizar sensibilidades vinculadas a la igualdad o la justicia social, o incluso como un insulto hacia colectivos vulnerables y sus aliados, bajo la crítica de que promueve una corrección política excesiva. Así, lo que comenzó como un llamado a la conciencia social se ha acabado convirtiendo en un arma arrojadiza que utiliza el enemigo en el campo de batalla cultural, ahondando aún más en la polarización y el enfangamiento del debate político.
2025 está marcado en la agenda de los detractores del wokismo, como el año en el que este fenómeno comenzará su inevitable y definitivo declive. Aunque eso está por ver, y desde aquí te mantendremos informado.
Raíces filosóficas de la cultura woke: Muchos autores sostienen que el movimiento woke es una adaptación de la teoría crítica, que surgió en la primera mitad del siglo XX y se desarrolló a lo largo de varias décadas por un grupo de pensadores que se opusieron a las teorías tradicionales, especialmente al positivismo y a las ciencias naturales, las cuales consideraban incapaces de comprender la complejidad de la realidad social. Destacó entre los demás la Escuela de Frankfurt, compuesta por intelectuales como Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse y Jürgen Habermas, quienes fueron fundamentales en el desarrollo teórico de esta corriente. Sus propuestas y reflexiones se centraban en el análisis crítico de las estructuras de poder, la dominación y la explotación en la sociedad, con el objetivo de transformar las condiciones sociales existentes. El wokismo adoptó esa actitud y conciencia críticas frente a los mecanismos utilizados por el sistema, que, en su opinión, legitiman desigualdades sistémicas, como forma de emancipación y de despertar ante injusticias previamente naturalizadas, que los nuevos movimientos de izquierda del primer cuarto del siglo XXI asumieron como propias. La filosofía posmoderna francesa de la segunda mitad del siglo XX, liderada por autores como Michel Foucault, Jacques Derrida, Jean-François Lyotard y Gilles Deleuze, constituye uno de los pilares teóricos fundamentales de esta nueva doctrina social. Algunas de sus posturas más representativas han servido como clara referencia para esta ideología emergente. Por ejemplo, la crítica y cuestionamiento de las grandes narrativas universalistas (como el progreso, la razón o el marxismo clásico), impuestas con rigor desde la llegada de la Ilustración. También destaca la recuperación actualizada del concepto de desconstrucción, planteado inicialmente por Derrida, en el análisis de los binarismos y jerarquías implícitas en el lenguaje y las ideas heredadas de la modernidad. Sin duda, esta aproximación a estos dos grandes referentes históricos en los que se basa fundamentalmente este movimiento está lejos de ser satisfactoria. Muy pronto le dedicaremos un vídeo a cada uno de ellos, en el que trataremos y analizaremos con mayor detalle y profundidad la importancia vital de ambas escuelas de pensamiento en la situación actual.
Y es que a partir de finales de los años ochenta y principios de los noventa, se produjo una paulatina transformación en el posmodernismo, dando lugar a lo que algunos autores denominan el posmodernismo aplicado, o lo que es lo mismo, a la implementación de dichas ideas. Aunque a menudo se ha debatido si el posmodernismo "murió" en los noventa, cada vez son más las voces de reconocido prestigio que sostienen que simplemente maduró, mutó y evolucionó hacia direcciones más aplicables y prácticas.
Durante el final del siglo pasado y la primera década de este, una nueva ola de académicos, procedentes fundamentalmente de universidades norteamericanas, buscó la mejor manera de aplicar los postulados básicos del posmodernismo original para "reconstruir un mundo mejor". La Teoría poscolonial, considerada la primera manifestación del posmodernismo aplicado, surgió con el objetivo de cuestionar los modelos de pensamiento predominantes y hegemónicos definidos por la racionalidad moderna eurocéntrica, que se habían desarrollado a lo largo de la historia moderna, basándose en las diversas colonizaciones occidentales a lo largo de la misma.
Otra de las innovadoras propuestas discursivas desarrolladas durante esa época fue la conocida como Teoría Queer. También estuvo fuertemente influenciada por los postulados del posmodernismo, especialmente el enfoque de Foucault sobre el poder y el conocimiento. Esta surgió con el fin de cuestionar las visiones esencialistas, «naturalistas» y estáticas sobre sexo, género y orientación sexual, proponiendo un nuevo y revolucionario acercamiento a dichos conceptos, que ahora eran concebidos como construcciones sociales discursivas, fluidas, plurales y continuamente negociadas. Identificando y mostrando cómo las categorías lingüísticas aceptadas históricamente (sexo, género, sexualidad) generan opresión, con el objetivo de destruirlas deconstruyéndolas y difuminando sus límites.
Pero mejor lo dejamos aquí, que ya es más que suficiente lo dicho hasta ahora para hacerse una idea bastante clara de que es el wokismo, y todos estos asuntos los trataremos con detalle poco a poco en el canal.
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